¿A quién no le ha ocurrido alguna vez? Llegas a un bar y al abrir la carta un escalofrío recorre tu cuerpo. Ya no prestas atención ni a tu plato favorito, ni a ese postre que estabas deseando saborear. Solo ves innumerables tipografías combinadas de una forma terrible, fotos pixeladas, faltas ortográficas y un bonito QR que grita “¡somos muy digitales!”.

Levantas la vista y todo el mundo actúa con normalidad… eres el único bicho raro. ¡¿Por qué?!

Éstas y otras pistas me hacían saber que, desde muy pequeño, mi sensibilidad por la comunicación era un rasgo que acabaría por marcar mi carrera y mi vida.

Hoy tengo la oportunidad de aportar a este gran equipo mi pasión por el diseño, la estrategia y la creatividad. Pero sobre todo tengo la oportunidad de seguir aprendiendo cada día de gente increíble en este apasionante mundo de la comunicación.

Es un privilegio despertar cada mañana sabiendo que voy a dedicar el día a hacer lo que más me gusta… aunque tenga que seguir pagando el precio de intentar actuar normal cuando entro en algunos bares.