Mohawks, los guardianes de la puerta oriental

Esta es la historia de los Mohawks, los indios nativos americanos llamados también Primera Nación, que viven entre el norte del estado de Nueva York y Canadá.

Desde hace 6 generaciones construyen los grandes gigantes de hierro que son los rascacielos de Manhattan y de otras grandes ciudades de Norteamérica. Sus manos son las manos que construyeron América.

Esta tribu, es parte de las 7 naciones Iroquesas y estaba formada por tres clanes: Tortuga, Oso y Lobo.

Se llamaban a sí mismos Kahniakehake (la gente de piedra). Eran los Guardianes de la Puerta Oriental ya que, por su ubicación, eran los primeros que recibían la llegada de cualquier extranjero. Por ello, su misión era defender el territorio.

Sin embargo, fueron la tribu que más confraternizó con los europeos – holandeses, franceses y británicos- que desembarcaron en sutierras. Pelearon junto a ellos en la guerra de la independencia americana y, por ello, fueron llamados Mohawk (comedores de carne) a modo despectivo por otras tribus Iroquesas.

Actualmente ocupan las reservas de Saint Regis (Nueva York), Oka, Kanesatake y Kahnawake (Quebec) y unos pocos en Brantford y Bay of Quinte (Ontario).

Ironworkers

Los ironworkers son los trabajadores que ensamblan las estructuras de hierro que forman los esqueletos de los edificios, principalmente en Norteamérica.

En el año 1850, la compañía canadiense Dominion Bridge Company quería construir el Puente Victoria sobre el río San Lorenzo. El tramo sur de esta estructura se situaba dentro de la reserva Kahnawake, cerca de Montreal, donde vivía esta tribu. Para obtener el permiso y erigir el puente en las tierras de la reserva, la compañía tuvo que contratar a los nativos.

Cada tarde, al finalizar la jornada de trabajo, los hijos de los obreros se colaban en la construcción y jugaban en el puente, escalando con soltura la estructura inacabada. Se atrevían a subir a 45 metros y correr sobre el hierro. Su agilidad pronto atrajo la atención de la empresa.

En 1886, comenzó la construcción del Puente Negro (Black Bridge). Algunos jóvenes mohawk trabajaron en él como ironworkers, sobresaliendo en el trabajo más traicionero de la industria, y ganándose el apodo de las maravillas sin miedo. Fue así como se empezó a forjar su leyenda.

En 1907 la tragedia les golpeó cuando el tramo sur del Puente de Quebec se derrumbó y mató a 96 hombres. Treintaitrés de ellos eran mohawks. En una comunidad de no más de 1.000 personas, este hecho supuso una tragedia de dimensiones catastróficas. Muchas familias quedaron desamparadas y un activo importante de la población desapareció.

A partir de este hecho, aumentaron las medidas de seguridad en la profesión.

En aquellos años, al otro lado de la frontera, en Nueva York, comenzaba el auge de la construcción.  Se produjo una gran demanda de obreros cualificados. A pesar de que Manhattan estaba a más de 12 horas y media en coche, estos nativos americanos no dudaron en ir a la tierra prometida. Algunos se mudaron con sus familias a un barrio cercano en Brooklyn que acabó conociéndose como Little Caughnawaga, y que llegó a tener 800 habitantes.

Edificios como el Chrysler, Empire State, Rockefeller o las mismísimas Torres Gemelas, son sólo algunos de los legados que ha dejado esta comunidad en la memoria y cultura colectiva norteamericana.

A día de hoy, la tradición Ironworker sigue estando presente dentro de la comunidad Mohawk

La campaña

Esta historia nos sirvió de inspiración para trasladar el mensaje que nuestro cliente Tomás Bodero quería transmitir: la seguridad en el trabajo es fundamental y el principal cometido de TB es producir las herramientas necesarias para que los profesionales estén seguros.

Estudiamos al detalle cómo se dirigía la competencia a su audiencia. Las grandes marcas, utilizaban mensajes similares. Impersonales. Centrados en el producto y no en la filosofía de empresa.

Analizamos cuáles eran los valores diferenciales de nuestro cliente. ¿Cuál era su propuesta de valor diferencial? Tomás Bodero se toma muy en serio la seguridad. Los estándares de calidad que aplica a sus productos siempre van un paso por delante o por encima de lo exigido. Es una empresa muy volcada en la formación de los distintos sectores industriales para los que proveen EPIs. No se conforman con fabricar y vender. Quieren ser los verdaderos prescriptores de la seguridad. Ellos se preocupan.

Por ello, cuando pensamos en la campaña, intentamos transmitir ese valor diferencial.

Había una palabra que nos rondaba constantemente la cabeza: RIESGO. En el mundo de los EPIs, “riesgo” es la palabra prohibida; la palabra a eliminar. El objetivo es conseguir “zero risk”.

Sin embargo, las grandes cosas en la vida surgen cuando somos valientes; cuando tomamos riesgos. Las grandes hazañas de la humanidad, lo que ha convertido a algunos seres en extraordinarios (la misión Apollo XII y sus primeros pasos en la luna; la expedición británica de 1953 que culminó con la coronación del Everest, la consquista del Oeste, el descubrimiento de América…) no habrían sido posibles sin riesgo.

Con esta idea en la cabeza, decidimos dar la vuelta a este concepto tabú en el mundo del equipamiento de seguridad. Convertir lo negativo en positivo. Apuntar que el riesgo en la vida puede ser algo bueno. Porque, ¿qué es la vida sin riesgo? Ningún logro del ser humano se hubiese alcanzado sin ir un paso más allá, sin asumir ciertos riesgos.

Por eso, propusimos que Tomás Bodero lanzara a sus clientes el mensaje: «tú arriesga, avanza, sigue adelante con tus decisiones», que para el resto de riesgos (los derivados de la actividad laboral) ya estamos nosotros. Nosotros nos ocupamos de todo esto. Y de ahí nace la nueva línea de comunicación de Tomás Bodero, y que aterrizamos en el claim  We Take Care.

La estrategia de comunicación

La estrategia se basaba en contar historias reales, personales que mostraran a personas que toman riesgos en su vida para hacer algo diferencial, pero nunca en el aspecto laboral. Ahí cuentan con las herramientas necesarias para poder desarrollar su actividad (una actividad única, relevante, que deja huella) de la forma más segura posible.

Con el objetivo de dar el pistoletazo de salida de la campaña en la feria internacional de seguridad SICUR 2020, definimos una serie de piezas audiovisuales que cumplieran con varios objetivos: presentar la nueva línea de comunicación en la feria (versión corta de un corto documental 1×5’), desarrollar una campaña de comunicación en RRSS (12 piezas cortas temáticas) y crear un espacio donde poder profundizar en estas historias y en la visión que Tomás Bodero tiene de su negocio (microsite donde se volcaron las 12 piezas temáticas y el corto documental 1×12’).

La investigación

Sabíamos que teníamos que ir al lugar donde todo empezó, conocer a esta genuina comunidad de indios nativos y escuchar las historias alrededor del mito del “ironworker sin miedo” que nos tenían que contar.

Para conectar con la comunidad Mohawk, comenzamos por leer mucho e investigar en los fondos documentales de la National Film Board.  Descubrimos varios archivos muy interesantes que databan la evolución de la profesión del Ironworker en la comunidad Mohawk y en Manhattan concretamente.

Esto nos llevó a descubrir a una productora canadiense asentada en Quebec que había realizado recientemente una serie de TV sobre los actuales ironworkers mohawks.  Mohawk Ironworkers, tv Seriesproducida por Mushkeg Media.

Una de las productoras y creadoras de esta serie documental, Margaret Horn, mohawk y experta en cultura india americana, fue nuestro enlace y guía a partir de ese momento.

Como nuestro máximo requisito era contar esta historia a través de sus protagonistas, elaboramos junto a Margaret un perfil de los personajes que nos gustaría conocer y entrevistar. Ella nos ayudó a adentrarnos en una comunidad muy recelosa de lo suyo.

Es comprensible. La imagen de los indios nativos americanos está plagada de clichés y estigmas a lo largo de la historia y les preocupa la imagen que se quiere comunicar de ellos. Por tanto, el acceso a la comunidad, sin nadie nativo y reconocido de la mano, iba a ser una tarea muy compleja.

 Margaret Horn, mohawk y experta en cultura india americana,

Los personajes

Por fin dimos con las tres personas que protagonizarían nuestra campaña para Tomás Bodero.

 «Geggs» kaniehtakeron Martin, 44 años.

Ironworker que reside de lunes a viernes en Brooklyn y trabaja en la construcción de edificios en Mahattan. Todos los viernes vuelve a Kahnawake a reunirse con su familia para pasar el fin de semana.

Joey Barnes. 20 años.

Joven Ironworker que trabaja principalmente en el área de Montreal.

Lindsay Leborgne. 62 años.

Ex Ironwoeker y actual «Chief» del Ayuntamiento de Kahnawake.

La producción

El planteamiento de grabación constaba de 10 días de rodaje repartidos entre los dos escenarios principales de nuestra historia: la ciudad de Nueva York y la reserva de Kahnawake.

Hasta allí viajamos un equipo de Visual Comunicación compuesto por realizador y productora. En Nueva York contamos con la ayuda de dos profesionales españoles que residen en NY desde hace tiempo y se encargaron de gestionar todo el alquiler de equipo y permisos. Con este equipo reducido, pero suficientemente autónomo, pusimos en marcha la producción del documental.

En pleno diciembre, fechas previas a la Navidad, Nueva York era un hervidero de turistas y luces y escaparates navideños. El rodaje se planteaba duro porque básicamente tendría que realizarse en exteriores y las temperaturas habituales no pasaban de los 2 grados de máxima.

El principal reto en Manhattan fue poder grabar a nuestro protagonista, Geggs, trabajando en las alturas. Gracias a las gestiones que él mismo hizo con su contratadora, subimos a lo alto del nuevo edificio de Bibliotecas de la Universidad de NY, en el Soho.

Si Nueva York es indudablemente impresionante desde cualquier ángulo, como no tiene desperdicio es subido a una imponente altura desde la que divisar la inmensidad de rascacielos.

Tras un par de días en NYC, alquilamos una Dodge Caravan y al más puro estilo americano nos dispusimos a hacer kilómetros, cruzar la frontera con Canadá y pasar unos días conviviendo en una auténtica reserva indígena.

Actualmente el viaje se hace en unas 9 horas de coche, atravesando todo el estado de Nueva York, unos imponentes bosques y reservas naturales, como Adiron Rocks.

Llegamos de noche y allí nos recibieron Margaret, Joey y el Chief Lindsay. Un primer encuentro distendido siempre es necesario para relajar tanto a los protagonistas como al equipo. Nuestra máxima es poder convivir de manera cercana con los protagonistas de la historia, intentar que nos conozcan, quitar miedos y posibles prejuicios y formar un equipo que saque lo mejor de la historia que queremos contar.

Una vez más nos enfrentábamos a otro gran reto y era el clima. Cuando subes 10h al norte de Nueva York, las temperaturas bajan drásticamente. Máximas de -6 grados nos acompañaban a diario.

El área de Kahhawake es una gran llanura y cuando sopla el viento, trabajar en exteriores es duro tanto para el equipo como para las cámaras. Aunque allí los locales con un abrigo normal y unas deportivas son capaces de pasar el día, se nota que nosotros venimos de un meridiano un poco más cálido.

La verdad que, para nosotros, ellos fueron unos estupendos anfitriones y durante los 4 días que estuvimos en la reserva, nos hicieron entender la importancia que los nativos americanos han tenido para la construcción de Norteamérica, tanto social, como cultural y económicamente.

A nuestro regreso a Nueva York, un fenómeno no previsto nos sorprendió. Siete estados entraron en alerta por ventiscas y nieve y nos tocó hacer el viaje de vuelta bajo una tormenta de nieve propia de película.

Será porque nos gustan mucho las películas y más contar historias, pero este proyecto en su conjunto nos pareció digno de un guión de cine.

Hands of Mohawk